domingo, 28 de septiembre de 2008

Vestida de pasado,
te haces ajena ante mis ojos;
por la transliteración de mis latidos
te vuelves ciudad,
calle,
flor,
golondrina.

- ¡Silencio!,
me ruega tú nombre-


Porque el orgasmo mundano
de tu canto,
viaja con el viento
y sin maletas.

- ¿Tendré que esperarte? -

…y mientras el tiempo se escurre
déjame garabatear tus exilios,
embriagándome con estás lágrimas sucias
que me tatúan las entrañas sin memoria
en un murmullo final

misterioso
y ruin…

1 comentario:

Anónimo dijo...

La espera.....esa enemiga que nos mata con sus minuteros y segunderos...Love is the Dance of Eternity.

Atte.

Migue