te haces ajena ante mis ojos;
por la transliteración de mis latidos
te vuelves ciudad,
calle,
flor,
golondrina.
- ¡Silencio!,
me ruega tú nombre-
Porque el orgasmo mundano
de tu canto,
viaja con el viento
y sin maletas.
- ¿Tendré que esperarte? -
…y mientras el tiempo se escurre
déjame garabatear tus exilios,
embriagándome con estás lágrimas sucias
que me tatúan las entrañas sin memoria
en un murmullo final
misterioso
y ruin…
y ruin…